En la historia de la humanidad, es común que en momentos de horror, guerra y desesperación, surjan al mismo tiempo otros de heroicidad y sacrificio. Uno de esos momentos fue el de la actuación del Regimiento Alcántara en la Guerra del Rif.
La Guerra del Rif es un episodio clave en la historia reciente de España. Sin embargo, es de incómodo recuerdo. No está lleno de batallas heroicas, ni de brillantes victorias. Más bien, de derrotas, muertes y mandos corruptos e ineficientes. Sion embargo, también posee hechos reseñables en nuestra historia, como la aparición de la legión, cuya brillante actuación permitió consolidar las posiciones y salvar el territorio en buena medida. Y como no, la valerosa actuación del Regimiento Alcántara en la retirada de Annual.
Los antecedentes de la Guerra del Rif hay que buscarlos en la política colonialista de las potencias europeas. Éstas se habían repartido ya prácticamente todo el mundo. En África, franceses e ingleses tenían la mayor parte de la tarta. De hecho, Maruecos era el último país soberano independiente del norte de África. Era por tanto, un goloso caramelo para las potencias coloniales.
Francia poseía Argelia y por lo tanto estaba en buena posición para ocupar Marruecos. Sin embargo, Inglaterra veía con malos ojos que Francia pudiera controlar el paso del Estrecho de Gibraltar, por lo que presionó par que la zona norte de Marruecos fuera cedida a España. Al mismo, el Kaiser, Guillermo II de Alemania, quería tener su parte del pastel en África y aumentar su protagonismo en la escena internacional. La actuación diplomática se complicaba, cuando el Kaiser decide hacer una visita a Tetuán el 31 de marzo de 1905, en la que se presentó como adalid de la independencia de Marruecos. Lo enconado de la situación desembocó en la Conferencia de Algeciras del 16 de enero al 7 de abril de 1906.
En la Conferencia se acordó repartir Marruecos en dos zonas. La zona sur sería cedida a Francia y la norte a España. Ambas zonas serían administradas en régimen de protectorado. Esto suponía que, al menos en teoría, la soberanía seguiría siendo de las autoridades locales, quedando a las autoridades coloniales las funciones de ayuda, protección y asesoramiento a las mismas. En la práctica, la autoridad era de las potencias coloniales y las autoridades locales sólo mantenían la misma sobre asuntos religiosos o de poca entidad.
En realidad, la concesión del territorio del Protectorado Español de Marruecos, no era ninguna ganga para España. Aún estaba reciente el Desastre del 98, con la pérdida de las colonias de ultramar. La gente estaba cansada y ya habían muerto demasiados jóvenes lejos de casa. Además, España seguía siendo un país atrasado, que no se había industrializado. Con un porcentaje demasiado alto de analfabetos y con un peso en la economía del sector agrario demasiado alto. En este contexto, el dinero que hubiera hecho falta para meter a España entre las potencias industrializadas, se destinó a una guerra por el control de una tierra que no nos quería, con unos habitantes que iban a luchar por ella de un modo que, por aquel entonces, se subestimó, y que en su mayoría estaba formada por tierra pobre y sin recursos.
Con el inicio del protectorado se inició la presencia española. En unos casos, los jefes locales vieron con buenos ojos la presencia española como un mal menor necesario para modernizar Marruecos. En otros casos, se debió de avanzar palmo a palmo a base de lucha. Es el caso del sector occidental, donde el Desembarco de Larache de 1911 supuso la pacificación de la zona occidental en gran medida. En la región oriental, la colaboración de un jefe local hizo que se pudiera empezar a explotar las minas de hierro de la zona y a aumentar la presencia española. Sin embargo, pronto se inician las revueltas de los cabecillas locales, de momento desunidos. España responde con el envío de tropas y poco a poco van pacificando el protectorado. Para el año 1919, han sofocado la revuelta de la región de Yebala, dirigida por Ahmed al-Rausini, señor de Arcilla.
Sin embargo, la cosas están cambiando en el lado rifeño. En efecto, los jefes rifeños siempre han luchado desunidos y no suponían un gran poder. Pero, el hijo de un jefe local, líder de la tribu de los Ait Yusef, colaborador de los españoles, llamado Mohammed Abd Al-Karim Al-Jattabi, conocido en España como Abd El-Krim, conseguía unir bajo su mando a todas las tribus. Por el lado español, el 30 de enero de 1920 se nombraba Comandante General de Melilla al general Manuel Fernández Silvestre. El general Silvestre había llegado a Marruecos como enviado del rey Alfonso XIII, con el que le unía gran amistad. Sin embargo, en Marruecos, el general Dámaso Berenguer ya tenía el cargo de Alto Comisario Español de Marruecos, por lo que se creaba una bicefalia. Esto se solucionó enviando a Silvestre a Melilla, lejos de Berenguer. Silvestre desde el principio tuvo en mente tomar la Bahía de Alhucemas (hay quien dice que era el objetivo del rey al mandar a África a Silvestre). Sin embargo, Silvestre no tenía tropas suficientes, ni suficientemente dotadas. Además el terreno era escarpado y difícil de avituallar y defender. Aún así, Silvestre inicia las operaciones que poco a poco van profundizando en territorio rebelde. El 14 de octubre de 1920 se toma Xauen, una ciudad sagrada próxima a la frontera del protectorado francés. Sin embargo, la defensa de la ciudad es complicada porque está muy lejos y el terreno es difícil. Para hacerlo, se construyen cerca de 400 pequeños fuertes o blocaos en el camino a Tetuán. Sin embargo, estos fuertes se construyen en zonas altas, buenas para la vigilancia pero sin pozos de agua, por lo que ésta debe de ser llevada a bordo de mulas, que eran blanco fácil para los francotiradores rifeños.
La campaña prosigue y poco a poco se van tomando nuevas posiciones mientras se avanza en dirección a Alhucemas. Pero cada vez, el ejército está más desplegado y las posiciones más alejadas. Abd El-Krim lo sabe y pacientemente deja que los españoles se vallan metiendo en la trampa. Al fin, el 1 de junio de 1921, Silvestre da la orden de tomar el Monte Abarrán, última etapa antes de lanzarse contra Alhucemas. Sin embargo, tras la toma de la colina, se inicia el ataque rifeño. La policía indígena que acompaña a los españoles se pasa de bando y ataca a estos. Silvestre ve como la posición es atacada y las tropas españolas no son capaces de ayudar a los sitiados. Si bien no es una derrota importante, ésta hace ver a los españoles y sobre todo a su general, Silvestre, lo precario de su situación, aislados y demasiado lejos de Tetuán. Silvestre da la orden de tomar el Monte Igueriben, para defender el sur del campamento de Annual, donde están el resto de las tropas. Tras tomar la loma, se inicia el ataque rifeño.
Los españoles quedan aislados y deben rechazar numerosos ataques rifeños que van mermando su capacidad de resistencia. El agua se acaba y la munición empieza a escasear. Se realizan varios intentos de socorrer la posición pero son rechazados por los rifeños. Solo a fuerza de insistir y en un verdadero acto de arrojo y valentía, logra llegar un convoy protegido por la unidad del Capitán de Caballería Cebollino Von Linderman, que se hizo acreedor de la Cruz Laureada de San Fernando. Sin embargo, al poco vuelve a acabarse el agua y a escasear la munición. La situación es tan desesperada que deben beberse el líquido de las patatas estrujadas, el de las conservas de pimientos y al final, incluso colonia, tinta y orina mezclada con azúcar. Se realiza un último intento de socorrer a la unidad que fracasa. Silvestre ordena que pacten su rendición a los rifeños. Sin embargo, el Comandante Benítez, el oficial al mando español se niega e informa que les quedan 12 cargas de cañón, que las cuenten y que cuando oigan la última carga, disparen contra ellos porque la posición ya estará invadida por los soldados rifeños y estarán combatiendo cuerpo a cuerpo. Al amanecer del día 21 de julio, la lucha comienza y cuando se quedan sin munición, los españoles prenden fuego a lo que queda y comienzan a huir hacia el campamento de Annual, siendo masacrada a la puerta misma de la posición.
Sólo llegaron a Annual 25 supervivientes, de los cuales 16 murieron después de agotamiento o por beber demasiada agua. Por su heroica defensa de Igueriben, les fue concedida al Comandante Benítez y al Capitán de la Paz Orduña, la Cruz Laureada de San Fernando.
De inmediato, los rifeños se lanzan contra Annual. Al principio, Silvestre da la orden de resistir en la posición, pero en seguida se da cuenta de lo inútil de la orden y da orden de evacuación general el 22 de julio. Sin embargo, el no se irá. Aunque no se llegó a encontrar su cadáver, un soldado superviviente dijo haber visto al general entrar en su tienda y escuchar justo después un disparo. La evacuación se convierte en una huida sin orden a la desesperada, y en una carnicería.
En este momento comienza la actuación heroica del Regimiento de Caballería Alcántara. Las noticias del desastre habían llegado a la retaguardia y se decidió intentar proteger la retirada española. Se ordenó a un destacamento que se dirigiera a ocupar una posición que impedía que se cortara el paso de Izumar, en el camino de la evacuación, y al Regimiento Alcántara a proteger a esa unidad. Pero antes de que las dos unidades pudieran llegar a Izumar, se encontraron con una avalancha de soldados que huían en completo desorden y que eran tiroteados desde las alturas. En ese momento, en vez de huir, el Regimiento decidió proteger a sus compañeros. El Teniente Coronel Primo de Rivera, jefe de la unidad, reunió a sus oficiales y les dijo que era el momento de sacrificarse por la Patria.
Primero se calmó a los que huían y se les obligó a que marcharan entre la formación, sin rebasarla para protegerles del fuego enemigo con sus cuerpos. Al mismo tiempo, el Regimiento enviaba pequeños grupos a ocupar las cotas y desalojar a los enemigos, que evitaban el combate. Una vez pasó la columna de Annual, se siguió atacando al enemigo hasta se acabó con él hasta que llegaron a Ben Tieb, donde dejaron a los heridos que habían llevado sobre sus caballos con ellos.
Sin embargo, no solo el campamento de Annual había caído, sino que Abd El-Krim había atacado todas las posiciones españolas que había ido tomando el ejército de Silvestre en su avance y éste se estaba desmoronando completamente. El día 23 de julio, el general Navarro ordenó al Regimiento Alcántara que protegiera a las unidades que se retiraban. Así, el Regimiento debió dividirse para cubrir las retiradas de Ababda, Ain Kert, Azib de Midar, Cheif, Karra Midar y Tafersit. En total, menos de 700 jinetes debían cubrir la retirada de más de 5.000 compañeros que huían hasta la ciudad segura de Drius.
La primera columna que entró en combate fue la de Cheif. El Teniente Coronel Primo de Rivera salió con los Escuadrones al galope haciendo varias cargas, llegando al cuerpo a cuerpo y persiguiendo con fuego al enemigo para aniquilarlo o dispersarlo. La unidad sufrió muchas bajas, pero tanto ellos como la columna de Cheif, llegaron a Drius. Eran las 11 de la mañana.
A lo largo de la mañana, el Regimiento salió una y otra vez para proteger a las unidades que huían, sufriendo numerosas bajas, pero logrando que sus compañeros llegasen a Drius. Llegó la llamada de socorro de una columna que se había quedado atascada en el rio Igan, a causa de que tenía muchos vehículos que no podían cruzar el río. El Regimiento volvió a montar una vez más y acudió en su ayuda. Cuando llegaron, la imagen era dantesca, pues los rifeños habían masacrado la columna matando a los conductores de los vehículos, muchos de ellos ambulancias. El Regimiento realizó una nueva carga contra los rifeños en venganza matando a muchos de ellos pero sufriendo más bajas.
Cuando todas las columnas han llegado a Drius, el general Navarro da la orden de retirada general hacia la posición de El Batel. Primo de rivera sabe que fuera les espera todo el ejército rifeño. Reúne a sus oficiales y les dice…
… La situación como ustedes verán, es crítica. Ha llegado el momento de sacrificarse por la patria, cumpliendo la sagradísima misión de nuestra Arma. Que cada uno ocupe su puesto y cumpla con su deber…
La columna entonces abandona Drius y se dirige a El Batel hostigada por los rifeños en todo su recorrido. El Regimiento realiza una carga tras otra protegiendo los flancos y la retaguardia de la columna. Pero aún no había terminado su gesta. En el camino a El Batel, la columna debía atravesar el río Igan. Abd El-Krim sabía que allí la columna frenaría su avance al tener que vadear el río los hombres con su equipo, vehículos, etc. Allí preparó una emboscada a los españoles.
Cuando empezaron a atravesar el río, el general navarro ordenó al Regimiento que cargara contra el flanco izquierdo para permitir el paso del río. Primo de Rivera, sabedor de lo que les esperaba, reunió a jinetes y les dirigió las siguientes palabras…
… ¡Soldados¡ Ha llegado la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos…
Los restos del Regimiento se colocaron el formación combate, cargaron sus armas y se lanzaron con todas sus fuerzas contra el enemigo. Al llegar a las posiciones enemigas, fue imposible usar sus carabinas Mauser por falta de espacio y los jinetes debieron luchar con su sable. La lucha fue sangrienta y el Regimiento debió retirarse en varias ocasiones, pero solo para reagruparse y volver a cargar con más fuerza aún. Ante el agotamiento de los caballos, se llegó a combatir primero al paso, y después a tierra. En las últimas cargas, ante lo menguado de las fuerzas, hasta los oficiales veterinarios y los jovencísimos educandos de banda, se incorporaron y cayeron junto a sus compañeros. No sólo los rifeños no lograron hacer huir al Regimiento, sino que éstos terminaron por derrotar a los rifeños y hacerles huir. Sin embargo, la imagen era dantesca. De todo el Regimiento, el 80% había muerto y un 12% había sido capturado. Sin embargo, el horror no terminó allí. Los restos del Regimiento participaron en la defensa del Monte Arruit, posición a la que se retiraron los soldados supervivientes. Allí murieron también defendiendo a sus compañeros. Otros grupos del Regimiento que estaban destacados en otras posiciones antes del Desastre, participaron en la defensa se sus posiciones, siendo también derrotados. El último grupo del Regimiento, destinado en Melilla participó en su defensa, hasta que en septiembre comenzaron a llegar los refuerzos de la península. Para ese momento, formó dos escuadrones de sables y participó en la reconquista de las posiciones. Desde ese momento hasta la pacificación de 1926, el ejército español fue retomando las posiciones perdidas años atrás. Cuando llegaron al río Igan, pudieron encontrar los cadáveres de los jinetes del Alcántara. Aún estaban casi en formación de combate.
Tras su completa victoria sobre España, Abd El-Krim empezó a constituir lo que se llamó la República del Rif, pero cometió el error de ocupar posiciones francesas. Entonces se formó una coalición entre Miguel Primo de Rivera, dictador de España y Francia, auspiciada por Petain, que acabó con el sueño de Abd El-Krim y logró la pacificación de la zona por un tiempo.
Lo que había hecho el Regimiento de Caballería Alcántara era poner en evidencia la decadencia del sistema político español. Un sistema corrupto que había llevado a España a una guerra inútil e innecesaria para mantener un sueño colonialista que ya no podíamos mantener. Allí, en África, se creó un ejército duro, pero formado en su mayoría por soldados de remplazo sin experiencia ni formación, en muchos casos provenientes de zonas rurales que habían acudido a la guerra en el lugar de otro joven con dinero que le pagó para que fuera en su lugar. Y fueron enviados con pobre equipamiento. Silvestre, se demostró ser un general con poca capacidad de organización, que se metió en una ofensiva para la que no tenía suficientes soldados, ni organizó una logística adecuada, por su obsesión de tomar Alhucemas.
Al final, fueron un puñado de soldados con un sentido del deber más alto que el respeto de su propia vida, los que pusieran la luz a tanta oscuridad. Los soldados del Regimiento de Caballería Alcántara.
Tras su actuación en la campaña, se inició el trámite para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando al Regimiento Alcántara, con el siguiente dictamen del juez instructor:
En virtud de estas actuaciones donde resplandece de forma brillante la conducta de este Regimiento de la que el clamor público y muy especialmente de los residentes en esta Plaza que vivieron y sufrieron aquellos días de angustia y que son los más fieles juzgadores de la actuación de este Cuerpo hizo ya sus galas juzgándolas sin pasiones como heroicas y definitivas en aquellos sucesos pasándolas a la historia para enaltecer y perdurar las glorias de España y su Ejército y el Arma de Caballería; el juez que tiene el honor de informar es de parecer que en pocos casos como el presente está tan claro el derecho a tan apreciada recompensa como el del Regimiento de Alcántara comprendido en el artículo 55 del vigente reglamento.
Melilla a 8 de febrero de 1933
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