El
30 de noviembre de 1939, las tropas soviéticas atravesaban la frontera finesa,
dando inicio a la Guerra de Invierno. Era la culminación de una serie
acontecimientos que se había iniciado bastante antes.
Finlandia
había pertenecido a Rusia desde siglos atrás, pero al triunfar la Revolución
Rusa en 1917, los fineses lograron la independencia, entre otras cosas ayudados
en secreto por Alemania. Desde entonces, los lazos entre Alemania y Finlandia
fueron estrechándose. Y cuando el nazismo empezó su política expansiva en
Europa, Stalin empezó a temer un ataque alemán desde la frontera finesa, que
estaba a tan sólo 32 kilómetros de Leningrado (ahora San Petersburgo). No
obstante, se iniciaron reuniones para una defensa común contra Hitler entre
ambos países, aunque condenadas al fracaso pues ni Finlandia veía con muy malos
ojos a Alemania, ni Stalin dejaba de pensar que, en el fondo, Finlandia le
pertenecía.
Cuando
Stalin se convenció de que las potencias occidentales no iban a frenar a
Hitler, decidió firmar un tratado de no agresión con Alemania. En el fondo
sabía que esta alianza era la única que le permitiría iniciar su política
expansiva. Y de hecho, el tratado tenía una cláusula secreta que establecía el
reparto de las zonas de influencia entre los dos países. A la URSS, le quedaba
los antiguos territorios de la Rusia zarista. Y entre ellos, Finlandia.
El
1 de septiembre de 1939, Alemania invade Polonia y destroza al ejército polaco
en menos de un mes. A las 3 semanas la URSS ataca por el este y Polonia queda
dividida en 2 partes tal como establecía el tratado secreto.
Animado,
el 30 de noviembre de 1939 Stalin invade Finlandia, pensando que ocuparía todo
el país antes de fin de año. Sin embargo, los fineses, que acababan de lograr
su independencia, se organizaron y lucharon con gran valor y determinación por
defender su país. Eran superados en número en 3 a 1, pero conocían
perfectamente el terreno. Evitaron los grandes enfrentamientos y usaron una
guerra de guerrillas.
Finalmente,
la URSS, viendo que no podría tomar el país en un plazo corto, y tras haber
sido humillado en varias ocasiones la resistencia finesa, y temiendo que el
conflicto alcanzase un nivel más grande con un apoyo aliado en camino, decidió
firmar la paz con los fineses, quienes cedían un 10% de su territorio y un 20%
de su capacidad industrial, pero mantenían su independencia de la URSS. Sin
embargo, durante la firma del tratado de paz ocurrió un incidente curioso.
Tanto la URSS como Finlandia querían quedarse con la ciudad de Enso. Las
discusiones sobre el trazado de la frontera en este punto fueron creciendo en intensidad
por las dos delegaciones y no se llegaba a un acuerdo porque ninguna delegación
cedía. Finalmente, enfurecido, Stalin se levantó de la silla y señaló con el
dedo en el plano la ciudad. El delineante entonces empezó a trazar la frontera,
pero al llegar al punto en que tenía el dedo Stalin, no se atrevió nadie a
decirle a Stalin que levantara el dedo, y el delineante rodeó el mismo.
Actualmente, el dedo se puede ver aún en la frontera al llegar a esta ciudad. Y
el territorio es conocido por los fineses como “El dedo de Stalin”

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