"Estaba
a punto de amanecer cuando el submarino emergió en la superficie. La
tripulación se alegró de respirar aire fresco y puro o todavía le satisfizo más
librarse de su extraña carga. Quitaron las envolturas y el teniente saludó
militarmente mientras colocaba, lo más suavemente posible, el cadáver de aquel
oficial, que vestía impecable uniforme, en la superficie del agua. Soplaba una
ligera brisa hacia la playa y la marea subió. De modo que Willie fue a la
guerra, por fin, con sus galones de mayor en los hombros y una carta de su
amada junto a su inmóvil corazón…"
Estas
palabras, sacadas del libro de Sir Duff Cooper, nos introducen en uno de los
episodios poco conocidos, que sin embargo cambiaron el curso de la guerra y que
sitúa en el centro de la acción en Huelva.
El
8 de noviembre de 1942, las tropas aliadas desembarcaban en el norte de África,
en lo que se llamó la “Operación Torch”, para expulsar de allí a las tropas del
Eje. La campaña fue un éxito. Pero ahora, la pregunta era cuál debía de ser el
siguiente paso.
Lo
natural era la invasión de Sicilia, como paso previo para pasar a la Italia
continental y a Francia. Esto era lo que opinaban los altos mandos aliados,
pero también lo pensaban los italianos y los alemanes. Por eso la isla estaba
fuertemente defendida, y su conquista supondría la muerte de muchos soldados y
la posibilidad de que los alemanes rechazaran la invasión. Además, desde
Sicilia partían los aviones alemanes que hostigaban a los barcos cargueros
aliados que seguían la ruta por el Mediterráneo que pasaban por Malta.
Se
empezó a pensar en la realización de una operación de engaño que hiciera pensar
a los alemanes que el desembarco no sería en Sicilia, pero la necesaria
concentración de tropas aliadas en Túnez para la operación, hacía que ésta
fuera difícilmente ocultable. En ese momento, al capitán de corbeta Ewan
Montague, oficial de la inteligencia naval, miembro del “Comité de los veinte”
(grupo que dirigía una rama del MI5, especializada en operaciones de
contraespionaje, engaño o desinformación) se le ocurrió una idea genial.
Utilizarían un cadáver para hacerle pasar por un oficial británico que llevara
documentación falsa informando de una operación de desembarco en Cerdeña y
Grecia.
La
idea, sin embargo, tenía varios antecedentes. En agosto de 1942, se utilizó un
cadáver de un soldado inglés para engañar a Rommel en África, y en septiembre,
un avión inglés se estrelló en el mar cerca de Cádiz con documentación que
ponía en peligro la “Operación Torch”.
Sin
embargo, el antecedente más claro es la propuesta del capitán de la RAF Charles
Cholmondeley, que se le ocurrió lanzar un cadáver con un paracaídas a medio
abrir con el engaño. Si embargo, los alemanes sabían que no se permitía que los
pilotos cruzaran territorio enemigo con información confidencial por el peligro
de captura, por lo que el proyecto fue descartado. Pero cuando Montagu recuperó
el proyecto, Cholmondeley se unió a él.
Se
decidió entonces que el cadáver sería lanzado al mar, haciéndolo pasar por un
oficial que habría tenido un accidente de avión cerca de las costas españolas.
Ahora solo faltaba un nombre clave para la operación. La operación recibió el
nombre de «Mincemeat» («Carne picada»).
El
cadáver debía haber fallecido por pulmonía para presentar similitud con una
muerte por sumersión. Como identidad se le adjudicó la del capitán en funciones
de mayor William Martin. La documentación iría en forma de cartas de miembros
del alto mando aliado que se cruzarían datos falsos sobre los proyectos de
desembarco y el lugar donde abandonarlo necesitaba de buena cobertura
diplomática, tanto alemana como británica, así como unas determinadas
condiciones meteorológicas que facilitasen la arribada del cuerpo a la playa.
Ayudados
por el famoso patólogo Sir Bernard Spilsbury, Montagu y su equipo determinaron
qué tipo de cuerpo necesitaban para esta operación. De la manera más discreta
posible, localizaron el cuerpo de un hombre de 34 años muerto recientemente por
una neumonía producida químicamente por ingestión de raticida. No hablaron con
la familia de la operación ni solicitaron permiso para ello, sino que
obtuvieron el cuerpo por mediación del encargado de la morgue del hospital St.
Pancras. Como el hombre había muerto de neumonía, el fluido en los pulmones
concordaba con el hecho de que hubiese permanecido en el agua mucho tiempo.
Lo
siguiente era crear una vida falsa, una falsa identidad. El comandante Martin
de los Royal Marines, William Martin, capitán eventual habilitado como
«comandante», nacido en Cardiff, Gales, en 1907, y destinado en el Cuartel
General de Operaciones Combinadas. La graduación alta se le dio para hacer
creíble que llevase documentación confidencial de esa envergadura. Pero el
cadáver era demasiado joven para que fuera comandante, por lo que se le dio el
grado de capitán habilitado como comandante.
Después
de eso, crearon una novia falsa (era una funcionaria del MI5), y durante meses,
se dejaron ver juntos por las calles, fueron al cine, al teatro, etc. (era
necesario para que las entradas tuvieran una fecha creíble). También se
falsificaron unas facturas sin pagar, una carta del banco, una llaves , etc.
Con todo ello, partió el cadáver hacia España.
Ahora
el problema era como llegaría el cadáver con toda esa documentación a la playa
sin que se separara del cadáver por el oleaje. Lo único que se ocurrió fue unir
a ambos con una cadena. Era un riesgo porque los alemanes podrían sospechar,
pero no hubo otra idea. Aun así, los ingleses esperaban que los alemanes
pensaran que era debido a que el oficial era muy cuidadoso y quería no
separarse de los documentos en todo el viaje
Ahora
la duda era como redactar los documentos del engaño. Presentar directamente los
planes falsos sería muy sospechoso. En vez de eso, se decidió que el oficial
llevase varias cartas entre altos mandos ingleses donde se sugiriera los
planes.
Una
de ellas sería una carta personal del teniente general Sir Archibald Nye,
Segundo Jefe del Estado Mayor General Imperial al general Sir Harold Alexander,
comandante británico en el norte de África, donde se le decía de forma
extraoficial que habría dos operaciones. Alexander atacaría Córcega y Cerdeña,
mientras el general Sir Henry Wilson lo haría en Grecia, dando a esta falsa
operación el nombre de «Operación Husky», que era el nombre real de la
operación de desembarco en Sicilia.
Además,
en una jugada maestra de psicología inversa, la carta indicaba que se estaban
elaborando planes para engañar a los alemanes y convencerlos de que el
desembarco se haría en Sicilia. Esto debía dar la impresión a los alemanes de
que se enfrentaban a fuerzas lo bastante potentes para efectuar dos grandes
operaciones simultáneas y que tendrían lugar lejos de Sicilia, obligándolos a
dispersar sus fuerzas para enfrentarse a la amenaza.
Para
resaltar el carácter sensible de la carta y establecer la cualificación del
comandante Martin para viajar al norte de África, Montagu incluyó otra carta de
Lord Louis Mountbatten, Jefe de Operaciones Combinadas al almirante Sir Andrew
Cunningham, Comandante en Jefe del Mediterráneo, en la que Mountbatten
ensalzaba la experiencia del comandante Martin en operaciones anfibias; y, aún
más importante, Mountbatten decía a Cunningham que Martin llevaba una carta
demasiado importante para ser enviada por los canales normales, lo que
explicaba la necesidad del vuelo de Martin. La carta también decía que el
blanco para la invasión sería Cerdeña.
El
comandante Martin fue puesto en un contenedor estanco y sellado conservado en
hielo seco y vestido con su uniforme de Royal Marines. Cholmondeley y Montagu
alquilaron un coche para entregarlo en Holy Loch, Escocia, y lo embarcaron en
el submarino británico HMS Seraph. Montagu había preparado esto con el
almirante Barry, que tenía los submarinos bajo su mando. Barry sugirió el
Seraph, que en ese momento estaba disponible. Fue casualidad que su comandante,
el teniente de navío Norman L.A. (Bill) Jewell y la tripulación tuviesen
experiencia previa en operaciones especiales.
El
19 de abril de 1943 el Seraph se hizo a la mar. Navegó hasta una posición una
milla al sur de Huelva, en la costa española. Se decidió hacer la operación en
España porque, aunque en teoría era un país neutral, simpatizaba con los países
del eje, y estaba llena de agentes secretos alemanes de la Abwehr, lo que haría
fácil que la información llegara a ellos.
A
las 04:30 del 30 de abril, el teniente de navío Jewell ordenó a su tripulación
subir el contenedor a la cubierta del submarino en superficie. Antes había
dicho a su gente que iba a desplegar un sistema meteorológico altamente secreto
y ordenó a todos permanecer bajo cubierta. Reunió a sus oficiales, les explicó
los detalles de la operación y les exigió mantener el secreto. Después,
abrieron el contenedor, pusieron el chaleco salvavidas al comandante Martin y
le ataron el maletín con los documentos; rezaron el salmo 39 y pusieron
suavemente el cadáver en el agua para que la corriente lo arrastrase hacia
tierra. Una vez terminado, Jewell puso un mensaje al «Comité de los Veinte»
diciendo «MINCEMEAT completed».
El
cuerpo fue descubierto a las 07:30 por un pescador de Punta Umbría de origen
portugués, José Antonio Rey María, en la playa de El Portil, que lo llevó al
puerto e informó a las autoridades españolas. La legación alemanda tuvo
enseguida noticias del hecho, en la figura del técnico en agricultura Adolf
Clauss, que a la sazón era el miembro de la Abwehr de la zona.
A
los tres días, el comité de los veinte, que había organizado el engaño, recibía
un telegrama del agregado naval con la noticia del descubrimiento del cadáver.
El cuerpo del comandante Martin fue entregado al vicecónsul británico F. K.
Hazeldene y fue enterrado con honores militares el 4 de mayo en el cementerio
de Huelva.
El
vicecónsul acordó con el forense Eduardo del Torno redactar el informe post
mortem en el sanatorio de Huelva, próximo al cementerio. Se informó de que el
hombre había caído al agua con vida, que no tenía golpes, que había muerto
ahogado y que el cuerpo estaba en el agua desde hacía entre tres y cinco días.
El forense no hizo una autopsia completa al creer que el comandante Martin era
católico, porque llevaba al cuello una cadena con una cruz de plata, lo que
había sido una idea de Montagu.
El
engaño había salido bien. Sin embargo, para completar el mismo y que no
quedaran flecos sueltos. Montagu publicó en la lista de muertos mensuales de
The Times, el nombre del comandante Martin, sabiendo que los alemanes lo
consultarían. Pero aún quedaba una duda. Era posible que los alemanes no
buscasen en la documentación de Martin y no viesen las cartas (como de hecho
ocurrió con el accidente del avión de septiembre de 1942, como se refirió
antes). Para hacer recaer la atención de los alemanes en las cartas, se mandaron
una serie de mensajes urgentes del Almirantazgo al agregado naval británico en
Madrid pidiéndole la devolución a cualquier precio de los documentos
encontrados con el cuerpo, debido a su contenido altamente sensible para
alertar a las autoridades españolas sobre su importancia. Los documentos fueron
devueltos el 13 de mayo, asegurando que no faltaba nada.
Pero
antes los alemanes habían oído hablar del descubrimiento de los documentos y,
no sin cierta dificultad, el agente local de la Abwehr consiguió hacerse con
ellos. Los alemanes abrieron cuidadosamente el maletín y fotografiaron todo su
contenido. Después, el maletín fue entregado a los británicos por las
autoridades españolas. Las fotografías se enviaron urgentemente a Berlín, donde
fueron evaluadas por la inteligencia alemana.
Cuando
el cuerpo del comandante Martin fue devuelto y se comprobó la documentación,
los británicos vieron que había sido leída y vuelta a guardar cuidadosamente.
Los alemanes se habían tragado totalmente el engaño
Hitler
quedó tan convencido de la autenticidad de los falsos documentos que discrepaba
de Mussolini en cuanto a que Sicilia era el punto más probable para la
invasión, insistiendo en que cualquier incursión sobre la isla debía
considerarse parte de un plan de engaño y que el ataque principal sería en
cualquier otro lugar. El 12 de mayo escribía: "...en lo concerniente a las
medidas en Córcega y el Peloponeso, tienen prioridad sobre todas las
demás". Hitler dio órdenes para reforzar Córcega y Cerdeña, y envió al
mariscal Rommel a Atenas para formar un grupo de ejércitos. Los buques
patrulleros, minadores y dragaminas asignados a la defensa de Sicilia se
mandaron a otros lugares. Pero la decisión más crítica fue probablemente el
envío de dos divisiones Panzer del frente ruso a Grecia, justo en el momento en
que se estaban preparando para atacar a los rusos en la batalla de Kursk.
La
Operación Husky empezó el 9 de julio, cuando los Aliados atacaron Sicilia por
el sur. Pero los efectos de la Operación Mincemeat duraron todavía dos semanas,
ya que los alemanes seguían convencidos de que era un señuelo y que el ataque
principal sería en Cerdeña o en Grecia. Como resultado, la conquista de Sicilia
encontró relativamente poca resistencia y se completó el 9 de agosto. Además,
la caída de Palermo, a mediados de julio provocó, el 27 de julio, un golpe de
estado que apartó a Mussolini del poder.
Sin
embargo, pasados todos estos años, la identidad del comandante Martin sigue
siendo un misterio. La versión clásica es que se trataba de un vagabundo
londinense que había muerto de pulmonía al ingerir raticida. Sin embargo, tras
desclasificar el ejército ingles algunos documentos en 1996, apareció el nombre
de un médico galés llamado Glyndwr Michael. De hecho, en su lápida del
cementerio de Huelva, figura el nombre de William Martin, y se añadió el de
Glyndwr Michael.
En
cuanto a Ewen Montagu, por su participación en la Operación Mincemeat se le
concedió la Orden del Imperio Británico. Se convirtió más tarde en Judge
Advocate of the Fleet. En 1953 escribió un libro sobre la operación titulado El
hombre que nunca existió que fue llevado al cine poco después.
Pero
aún queda otra opción para la identidad del comandante Martin. El 27 de marzo
de 1943, el poortaviones HMS Dasher, se hundía tras una explosión interna. Este
hecho se ocultó al público para no desmoralizar a la población. Lo curioso es
que al submarino HMS Seraph, se le ordenó dar un curioso rodeo en su viaje para
recoger el cavadle y después para llevarlo a España. Y más curioso es que ese
viaje le hizo pasar por el lugar donde se había hundido el portaviones un mes
antes. Según una teoría, el submarino hizo este viaje para recoger un cadáver
del portaviones, ya que el que habían preparado debía de estar en malas
condiciones desde que se preparó en enero.
Una
última curiosidad posee este misterio. Desde que se enterró el cadáver, siempre
hay flores en el mismo. En 2002 se reveló el secreto de quién las colocaba:
Isabel Naylor, hija de un trabajador inglés de la Río Tinto Company Limited,
que siguió la tradición que su padre inició cuando ella contaba 14 años. Ha sido
condecorada por el gobierno inglés por ello.
Para
leer más:
http://www.culturandalucia.com/GCE/Operaci%C3%B3n_Mincemeat_El_hombre_que_nunca_existi%C3%B32.htm
http://www.telegraph.co.uk/news/obituaries/military-obituaries/9189418/Jean-Gerard-Leigh.html
https://martinolmos.wordpress.com/tag/ewen-samuel-montagu/
http://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_Mincemeat

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