Hitler
sufrió a lo largo de su vida diversos intentos de asesinato. Unos con más
preparación y alcance y otro menos. Posiblemente el más conocido fue el
conocido como Operación Walkiria que fue llevado a cabo por la cúpula de las
fuerzas armadas alemanas, y que casi logra su objetivo. Pero por alguna razón,
Hitler siempre se libraba por los pelos de la muerte.
Ese
hecho, la suerte que acompañaba al Führer, hizo crecer en él dos ideas. Por un
lado, que afectivamente estaba destinado a cumplir una misión superior para lo
cual poseía algún tipo de protección especial. Y por otro lado, que cada vez
podía fiarse de menos gente. Su círculo se fue haciendo más pequeño, y su
personalidad, se fue complicando.
Pero
el intento de asesinato más interesante, no sólo por su sencillez, sino porque
fue llevado a cabo por una sola persona, fue el que realizó el carpintero
Johann George Essler el 8 de noviembre de 1939. Essler era comunista, y durante
meses fue pacientemente preparando su atentado, buscando el momento perfecto.
En
la Alemania de la época, era común que en la grandes cervecerías se realizaran
grandes mítines y debates. Fue allí donde Hitler dio a conocer su magnífica
oratoria, que hipnotizaba a las masas. El mismo partido nazi surgió en la
cervecería Bürgerbräukeller, de Munich. Desde ese momento, todos los años, se
celebraba el aniversario de la fundación con un gran mitin al que asistía la
cúpula nazi, con Hitler a la cabeza. Ese era el momento que Essler estaba
buscando.
Durante
meses, Essler acudió a la cervecería como un cliente mas, pero observando
minuciosamente todos los detalles del edificio. Finalmente decidió el plan.
Tallaría un hueco en el pilar de madera que estaba justo detrás de la
plataforma donde estarían sentados los jerarcas nazis, allí colocaría una bomba
que programaría para que estallara en medio del mitin y la taparía con la miam
madera para que no se viera. Si todo salía bien morirían al menos todos los
jerarcas nazis. El 6 de noviembre colocó la bomba y la programó. Todo estaba
preparado.
Pero
de nuevo, la suerte acompañó a Hitler. Éste llegó a Munich el 8 de noviembre y
se dirigió a la cervecería. Pero algunos problemas hicieron el mitin tuviera
que adelantarse y finalmente terminó a las 21:07, bastante tiempo antes del
previsto. La bomba estalló a las 21:20, tal y como Essler lo había previsto.
Hitler había escapado de la muerte por exactamente 13 minutos. Y con él
escaparon todos los jerarcas que le acompañaban como Himmler, Göbbels, Hess,
etc. La historia de Europa no cambió por 13 minutos.
La
explosión fue muy fuerte y la cervecería sufrió grandes daños. 7 personas
murieron en el acto, y muchas más resultaron heridas.. Y no fueron más porque
la cervecería ya estaba siendo desalojada tras haber terminado el mitin.
Essler
fue detenido, interrogado (al igual que toda su familia), torturado,
encarcelado y posteriormente trasladado al campo de concentración de Dachau.
Los intentos por relacionar su acción con los servicios secretos británicos o
con el opositor nazi Otto Strasser fracasaron. En Dachau permaneció
encarcelado, sin ser juzgado, como un preso de categoría especial. Al igual que
otros internos de esa categoría, estuvo retenido, y gozó de ciertos privilegios
en comparación con el resto de los reclusos, en espera de un supuesto
juicio-espectáculo que debería celebrarse al fin de la guerra. Sin embargo, y
ante el irreversible cariz que había tomado la contienda, fue finalmente
ejecutado el 9 de abril de 1945.
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