A Cuando las tropas de Napoleón entraron en España con intención de ocuparla, todo parecía indicar que sería un paseo militar. El pais de glorias pasadas, ahora apenas podía oponer resistencia a la formidable máquina militar francesa. Su familia real, apenas hacían algo más que pelearse por el
poder, y una parte de la sociedad ilustrada española, veía con buenos ojos el dominio francés.
Pero cuando los soldados franceses empezaron la ocupación, se encontraron con una enconada resistencia del pueblo a su avance. El orgulloso pueblo español se resistía y luchaba en nombre de su rey y de su patria. Pero lo cierto es que lo hacían con pocos medios. Mientras los patriotas liberales se reunian en Cádiz para dar a luz su flamante contitución, en el resto de territorios se sucedían actos de gran valor que rozan la leyenda. Uno de ellos es el de la Torca de Fuencaliente.
En Soria, entre Fuencaliente del Burgo y Santa María de las Hoyas, se sitúa un profundo hoyo llamado la Torca de Fuencaliente. No es la única de la zona, pero si la más profunda y famosa, con un sinfin de leyendas. Dicen que estaba habitada por demonios, que los árabes que caían en sus más de 80 metros de profundidad aparecían vivos en África, o que en su oscuro fondo encontró la muerte Zaida, la amante de Almanzor. Y allí sucedió el hecho del que hablamos, protagonizado por un vecino de esa localidad.
«El nombre no lo sabemos, pero su recuerdo no se borrará de nuestra memoria ni de la de nuestros hijos, mientras el pueblo sea pueblo», escribió Manuel Ayuso Iglesias, político e historiador oriundo del Burgo de Osma, en la revista «Recuerdo de Soria» en 1903. El político e historiador, natural de Burgo de Osma.
Este historiador fue el primero en escribir sobre esta leyenda, mediante el relato del “Tío Periquín"
«Hace muchos años, cuando la francesada, vino de Aranda un guerrillero a traer una carta a los de Fuencaliente, en la que decía que, a los pocos días, pasaría por aquí un gran ejército de nuestros enemigos con dirección a la carretera de Madrid», narraba Periquín. Los soldados franceses viajaban por caminos apartados, para esquivar a las tropas españolas y atacarlas después por sorpresa.
«La orden de su jefe, al que decían el Empecinado, era quede cualquier forma les cortaran el paso. Pero los del pueblo no tenían armas ni les daría tiempo a hacer fosos y trincheras. Eran, además, muy pocos comparados con el número de soldados que, al decir del guerrillero, aquel ejército francés tenía», según la narración del antropólogo Luis Díaz Viana en «Leyendas populares de España» (Esfera de los Libros, 2008).
Parece ser que un vecino del pueblo, «se comprometió entonces aderrotarlos con maña» y todos los vecinos de Fuencaliente obedecieron sus indicaciones. Cubrieron con ramas largas y delgadas toda la boca de la sima y colocaron encima unas endebles tablas antes de extender tierra sobre ellas. Cuando la trampa estuvo lista, él montó en su mula y salió al encuentro de los franceses.
El general -«... no recuerdo porque es un nombre muy raro, lo que sí que sé es que tenía muchas barbas y muchos galones»- ordenó detener al vecino de Fuencaliente y le preguntó por el camino más rápido hacia la carretera de Somosierra. El hombre se ofreció a guiarle por poco dinero y así fue cómo condujo a las tropas enemigas hasta la encerrona.
«Cuando ya estaban allí, el de Fuencaliente arreó a su mula, esta pataleó sobre el "tinglao", las tablillas se rompieron y todos, todos, incluido el, cayeron en la Torca, y no han vuelto a salir desde entonces», narró Ayuso Iglesias y recopiló después Florentino Zamora Lucas en sus «Leyendas de Soria». El sacrificio del vecino de Fuencaliente salvó así la vida de muchos compatriotas ya que el resto del ejército francés, sin jefes ni guías, no tuvo más remedio que volver sus pasos, «sin poder hacer daño a las tropas españolas en cuya busca iban».
«De la invasión de España por los franceses quedan en nuestro país abundantes ecos legendarios», explica Luis Díaz Viana. Muchos de ellos se refieren, aunque sea tangencialmente como en este relato, a Juan Martín Díaz «El Empecinado» y algunas coinciden en ardides preparados por los lugareños para atacar a los franceses. Díaz Viana recuerda la leyenda de «La toma de Urueña», «que cuenta cómo algunos vecinos de esta villa urdieron la estratagema de azuzar a un rebaño de carneros con estopas y astillas encendidas en los cuernos para que, como si se tratara del más imparable de los ejércitos, arremetiera contra el enemigo. Y dicen las crónicas que dio resultado».
La táctica no era muy original, ya que se la atribuyen a varios héroes de la antigüedad, «pero refleja a las claras tanto la validez simbólica como -en ocasiones- la más práctica de ciertos mitos».
Leer mas:
http://www.caminosoria.com/patrimonio/leyendas-de-soria/2084-la-torca-de-fuencaliente.html
http://www.abc.es/cultura/20150716/abci-heroe-acabo-todo-ejercito-201507151121.html
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