El
27 de octubre de 1962, a varios centenares de metros bajo el agua, a bordo de
un submarino nuclear, la sangre fría de un hombre, Vasily Arkhipov, evitó que
empezara la 3ª Guerra Mundial.
El
episodio había empezado tiempo atrás. En Cuba gobernaba Fidel Castro desde el
triunfo de su revolución en 1959. Desde entonces, había emprendido diversas
reformas que estaban perjudicando los intereses estadounidenses en la zona. Por
ejemplo la reforma agraria. Entonces, el gobierno estadounidense, empezó a
llevar a cabo diversas acciones para desestabilizar el nuevo régimen, que
culminaría con la invasión de la isla por medio de disidentes cubanos y
mercenarios latinoamericanos entrenados por la CIA y con ayuda de aviación
norteamericana.
Cuando
Kennedy llega a la presidencia en 1960, hereda estos planes y en principio no
se atreve a frenarlos pero se muestra dubitativo. Cuando se produce la invasión
de Bahía Cochinos el 15 de abril, los diplomáticos cubanos ante la ONU
denuncian la implicación de EEUU en la invasión. Ante el miedo a que la
implicación de EEUU se evidencie ante el mundo, Kennedy ordena que se retire el
apoyo aéreo a la invasión y cualquier apoyo militar directo a la misma. Los
disidentes cubanos son dejados solos y rápidamente son derrotados por las
fuerzas castristas.
Como
respuesta a este fracaso, el gobierno de EEUU diseñó un proyecto a cargo de la
CIA, llamado Operación Mangosta, que estaba formado por un gran número de
acciones secretas con el objeto final de provocar la caída del régimen
castrista, y una posible intervención militar directa de EEUU en la isla. Como
Casus Belli, se intentaría provocar un suceso similar al del Maine de 1898.
La
URSS detecta la creación de este plan y aprovecha la circunstancia para
proponer a Castro la instalación de misiles soviéticos de medio alcance en
Cuba, así como el desplazamiento de unidades militares con material artillero
como tanques, defensa antiaérea, etc. De esta forma contrarestaba la
instalación de misiles Júpiter estadounidenses en Turquía, que podían alcanzar
territorio soviético en 15 minutos. Castro está de acuerdo pero pide que se
formalice un pacto militar entre URSS y Cuba donde se especifique que un ataque
a Cuba equivaldría a un ataque directo a URSS. Nikita Jrushchov opina que esto
es peligroso y se mantiene en el envío de material militar. Castro pide
entonces que este envío se haga de forma pública para que esto sirva como arma
propagandística, pero Jrushchov, se niega a que esto se produzca antes que la
instalación sea completa y operativa.
Los
aviones espías detectan la instalación de las rampas de lanzamiento de misiles
en suelo cubano y piden explicaciones a la URSS. Ésta utiliza la técnica del
engaño y siguen ocultando la operación. Sin embargo, la envergadura de la
operación era difícil de ocultar. De hecho los planes soviéticos preveían el
envío de 24 plataformas de lanzamiento, 42 cohetes R-12, 45 ojivas nucleares,
42 bombarderos, un regimiento de aviones de caza que incluía a 40 Mig-21, dos
divisiones de defensa antiaerea, 4 regimientos de infantería mecanizada, y
otras unidades militares hasta alcanzar 47.000 soldados. Y había algo más
peligroso y que a la postre fue lo que marcó el riesgo real de que empezara la
guerra. 4 submarinos nucleares soviéticos fueron enviados a Cuba con la misión
de evitar a los barcos enviados para bloquear la llegada a Cuba y establecer
una base naval en Cuba.
En
efecto, EEUU no se quedó quieto. El 22 de octubre, Kennedy se dirigió al
público en un mensaje televisado, donde informaba que se establecería un cerco
a la isla para impedir la llegada de material militar. Para ello se llevó a la
zona barcos y aviones. Jrushchov respondió el 24 de octubre a Kennedy:
“La URSS ve el bloqueo como una agresión
y no instruirá a los barcos que se desvíen”
Sin
embargo, se dio la orden a los barcos que ralentizaran su velocidad para evitar
el enfrentamiento directo. Al mismo tiempo, EEUU denunció ante la OEA
(Organización de Estados Americanos) la maniobra soviética como un riesgo para
toda América. Bajo la presión estadounidense, la OEA determina sanciones al
gobierno cubano y la creación de una flota combinada de EEUU y varios estados
latinoamericanos. Se crea la Task Force 137 bajo el mando del Contraalmirante
John A. Tyree.
Mientras
tanto, llegan a la zona del bloqueo los 4 submarinos. Los destructores
americanos detectan a uno de ellos empiezan a lanzar cargas de profundidad para
obligarle a emerger. El submarino, del tipo Foxtrot intenta eludir el cerco
pero no puede. Intenta comunicar con Moscú para pedir instrucciones pero no
puede. A bordo lleva su carga nuclear. Al salir de Moscú tenían autorización
para lanzar los torpedos nucleares siempre que hubiese unanimidad entre los 3
oficiales del buque. Al mando del submarino está Vitaly Savitsky, su segundo al
mando es Vasily Arkhipov, y junto a ellos está el comisario político Maslennikov.
Savitsky duda y vuelve a intentar contactar con Moscú, pero es imposible. A su
alrededor, las constantes explosiones de las cargas de profundidad hacen
zarandearse al submarino. Llega a pensar que la guerra ya ha empezado. En su
desesperación, exclama:
“Los volaremos por los aires; moriremos
todos pero hundiremos todos sus barcos”
Tras
esto, reúne a los otros dos oficiales para consensuar la actitud. Savitsky está
decidido a lanzar los torpedos nucleares, Maslennikov también quiere lanzarlos,
pero Arkhipov no está de acuerdo. Enfrentándose a ellos, les intenta convencer
de que no respondan al ataque, mientras a su alrededor, el submarino tiembla y
se returce por las explosiones. Finalmente, Savitsky cede y el submarino sale a
la superficie y da media vuelta la espera de instrucciones de Moscú.
Pocas
horas después, Kennedy y Jrushchov llegan aun acuerdo y se inicia el
desmantelamiento de las rampas de lanzamiento de misiles y el retorno del
material bélico a Rusia, a cambio del desmantelamiento de los misiles Júpiter
de Turquía y el compromiso americano de no invadir Cuba. La crisis había
pasado.
Arkhipov
salvó aquel sábado al mundo. Su historia no se hizo pública hasta 2002. En un
congreso celebrado en La Habana a los cuarenta años de aquel episodio,
Mcnamara, basándose en documentos estadounidenses desclasificados, admitió que
la guerra nuclear estuvo más cerca de lo que nadie había pensado. Thomas S.
Blanton aclaró a que se refería:
“Un tipo llamado Vasili Arkhipov salvó
al mundo”
El
héroe había muerto tres años antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario