miércoles, 17 de mayo de 2017

El hombre que evitó la 3ª Guerra Mundial

El 27 de octubre de 1962, a varios centenares de metros bajo el agua, a bordo de un submarino nuclear, la sangre fría de un hombre, Vasily Arkhipov, evitó que empezara la 3ª Guerra Mundial.
El episodio había empezado tiempo atrás. En Cuba gobernaba Fidel Castro desde el triunfo de su revolución en 1959. Desde entonces, había emprendido diversas reformas que estaban perjudicando los intereses estadounidenses en la zona. Por ejemplo la reforma agraria. Entonces, el gobierno estadounidense, empezó a llevar a cabo diversas acciones para desestabilizar el nuevo régimen, que culminaría con la invasión de la isla por medio de disidentes cubanos y mercenarios latinoamericanos entrenados por la CIA y con ayuda de aviación norteamericana.
Cuando Kennedy llega a la presidencia en 1960, hereda estos planes y en principio no se atreve a frenarlos pero se muestra dubitativo. Cuando se produce la invasión de Bahía Cochinos el 15 de abril, los diplomáticos cubanos ante la ONU denuncian la implicación de EEUU en la invasión. Ante el miedo a que la implicación de EEUU se evidencie ante el mundo, Kennedy ordena que se retire el apoyo aéreo a la invasión y cualquier apoyo militar directo a la misma. Los disidentes cubanos son dejados solos y rápidamente son derrotados por las fuerzas castristas.
Como respuesta a este fracaso, el gobierno de EEUU diseñó un proyecto a cargo de la CIA, llamado Operación Mangosta, que estaba formado por un gran número de acciones secretas con el objeto final de provocar la caída del régimen castrista, y una posible intervención militar directa de EEUU en la isla. Como Casus Belli, se intentaría provocar un suceso similar al del Maine de 1898.
La URSS detecta la creación de este plan y aprovecha la circunstancia para proponer a Castro la instalación de misiles soviéticos de medio alcance en Cuba, así como el desplazamiento de unidades militares con material artillero como tanques, defensa antiaérea, etc. De esta forma contrarestaba la instalación de misiles Júpiter estadounidenses en Turquía, que podían alcanzar territorio soviético en 15 minutos. Castro está de acuerdo pero pide que se formalice un pacto militar entre URSS y Cuba donde se especifique que un ataque a Cuba equivaldría a un ataque directo a URSS. Nikita Jrushchov opina que esto es peligroso y se mantiene en el envío de material militar. Castro pide entonces que este envío se haga de forma pública para que esto sirva como arma propagandística, pero Jrushchov, se niega a que esto se produzca antes que la instalación sea completa y operativa.
Los aviones espías detectan la instalación de las rampas de lanzamiento de misiles en suelo cubano y piden explicaciones a la URSS. Ésta utiliza la técnica del engaño y siguen ocultando la operación. Sin embargo, la envergadura de la operación era difícil de ocultar. De hecho los planes soviéticos preveían el envío de 24 plataformas de lanzamiento, 42 cohetes R-12, 45 ojivas nucleares, 42 bombarderos, un regimiento de aviones de caza que incluía a 40 Mig-21, dos divisiones de defensa antiaerea, 4 regimientos de infantería mecanizada, y otras unidades militares hasta alcanzar 47.000 soldados. Y había algo más peligroso y que a la postre fue lo que marcó el riesgo real de que empezara la guerra. 4 submarinos nucleares soviéticos fueron enviados a Cuba con la misión de evitar a los barcos enviados para bloquear la llegada a Cuba y establecer una base naval en Cuba.
En efecto, EEUU no se quedó quieto. El 22 de octubre, Kennedy se dirigió al público en un mensaje televisado, donde informaba que se establecería un cerco a la isla para impedir la llegada de material militar. Para ello se llevó a la zona barcos y aviones. Jrushchov respondió el 24 de octubre a Kennedy:
“La URSS ve el bloqueo como una agresión y no instruirá a los barcos que se desvíen”
Sin embargo, se dio la orden a los barcos que ralentizaran su velocidad para evitar el enfrentamiento directo. Al mismo tiempo, EEUU denunció ante la OEA (Organización de Estados Americanos) la maniobra soviética como un riesgo para toda América. Bajo la presión estadounidense, la OEA determina sanciones al gobierno cubano y la creación de una flota combinada de EEUU y varios estados latinoamericanos. Se crea la Task Force 137 bajo el mando del Contraalmirante John A. Tyree.
Mientras tanto, llegan a la zona del bloqueo los 4 submarinos. Los destructores americanos detectan a uno de ellos empiezan a lanzar cargas de profundidad para obligarle a emerger. El submarino, del tipo Foxtrot intenta eludir el cerco pero no puede. Intenta comunicar con Moscú para pedir instrucciones pero no puede. A bordo lleva su carga nuclear. Al salir de Moscú tenían autorización para lanzar los torpedos nucleares siempre que hubiese unanimidad entre los 3 oficiales del buque. Al mando del submarino está Vitaly Savitsky, su segundo al mando es Vasily Arkhipov, y junto a ellos está el comisario político Maslennikov. Savitsky duda y vuelve a intentar contactar con Moscú, pero es imposible. A su alrededor, las constantes explosiones de las cargas de profundidad hacen zarandearse al submarino. Llega a pensar que la guerra ya ha empezado. En su desesperación, exclama:
“Los volaremos por los aires; moriremos todos pero hundiremos todos sus barcos”
Tras esto, reúne a los otros dos oficiales para consensuar la actitud. Savitsky está decidido a lanzar los torpedos nucleares, Maslennikov también quiere lanzarlos, pero Arkhipov no está de acuerdo. Enfrentándose a ellos, les intenta convencer de que no respondan al ataque, mientras a su alrededor, el submarino tiembla y se returce por las explosiones. Finalmente, Savitsky cede y el submarino sale a la superficie y da media vuelta la espera de instrucciones de Moscú.
Pocas horas después, Kennedy y Jrushchov llegan aun acuerdo y se inicia el desmantelamiento de las rampas de lanzamiento de misiles y el retorno del material bélico a Rusia, a cambio del desmantelamiento de los misiles Júpiter de Turquía y el compromiso americano de no invadir Cuba. La crisis había pasado.
Arkhipov salvó aquel sábado al mundo. Su historia no se hizo pública hasta 2002. En un congreso celebrado en La Habana a los cuarenta años de aquel episodio, Mcnamara, basándose en documentos estadounidenses desclasificados, admitió que la guerra nuclear estuvo más cerca de lo que nadie había pensado. Thomas S. Blanton aclaró a que se refería:
“Un tipo llamado Vasili Arkhipov salvó al mundo”

El héroe había muerto tres años antes.

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