En el año 136 a.c. una rebelión de esclavos hizo
tambalearse la estabilidad de la floreciente República Romana. Su líder era
Euno, un esclavo sirio. Si el ejército romano no hubiera actuado con rapidez,
la historia de Roma, podría haber sido diferente.
El problema se había generado desde tiempo atrás. En
el año 136 a.c., la República Romana estaba en la cima de su poder. En el año
241 a.c., tras el fin de la Primera Guerra Púnica, Roma se hacía con el control
de Sicilia y se convertía en la potencia naval hegemónica en el Mediterráneo
occidental. A partir de ese momento, los ricos romanos se fueron haciendo con
las grandes extensiones de tierra dejadas por sus antiguos dueños cartagineses.
Este fue el germen del problema pues los grandes latifundios que se fueron
creando se nutrieron de esclavos de numerosas nacionalidades para trabajar esos
campos, en unas condiciones paupérrimas.
Además la indemnización a la que fue condenada Cartago
tras perder la guerra fue una fuente de ingresos importantes para las finanzas
romanas. Unos años después, el poder de Roma parecía no tener límites. Los
cartagineses eran derrotados de manera decisiva y definitiva en la Segunda
Guerra Púnica en el año 202 a.c., con lo que Roma se hizo con el control de
Hispania y aumentó sus ingresos con las minas de plata y las indemnizaciones de
guerra. El dinero seguía llegando a expuertas a Roma. Más aún cuando en 169
a.c., Roma derrotaba definitivamente a Macedonia en la Batalla de Pidna en el
marco de la 3ª Guerra Macedónica. Los tesoros traídos a Roma tras esa victoria
fueron fabulosos hasta el punto de decretar que a partir de ese momento, los
ciues romanus optimo iure (los ciudadanos romanos de pleno derecho), dejaban de
pagar impuestos.
El empuje de Roma era imparable, pero en su seno, se
gestaban las disfuncionalidades. La República Romana se llenaba de esclavos, y
éstos se dividían en dos grupos básicamente. Los que eran esclavos y eran
tratados como tal, y los que, siendo esclavos, eran médicos, artistas,
escritores, etc. Esto era así porque, sobre todo tras la conquista de Grecia,
muchos de esos profesionales, fueron llevados como esclavos a Roma, siendo
éstos muy cotizados por los romanos ricos como preceptores de sus hijos.
Pero el problema se daba con los esclavos que eran
tratados como tales y sobre todo en las explotaciones agrícolas y ganaderas.
Era un problema por dos razones. Por un lado para los propios esclavos que
sufrían una vida llena de penurias, pero por otro lado para los ciudadanos
miembros de la plebe que aguantaban el peso de la expansión romana con la
pérdida de vidas en guerra. Muchos varones no volvían del frente y sus familias
muchas veces no podían mantener la explotación y debían vender las tierras a
los terratenientes. Esto empeoraba su situación, que en muchos casos les
abocaban a ir a las ciudades a malvivir como plebe urbana. Se generalizaba el
paro y el malestar en las zonas rurales.
Particularmente en Sicilia era acuciante el problema.
Tras ganar la Primera Guerra Púnica, los terratenientes fueron adquiriendo
todas las tierras que dejaron los cartaginenes, por las buenas o por las malas.
Se crearon inmensos latifundios que se llenaron de esclavos, que junto a la
población local descontenta, fueron el caldo de cultivo para la rebelión de
Euno.
La rebelión de Sicilia fue particularmente delicada
para Roma, porque era el gran granero de trigo de Italia.
Euno era un esclavo procedente de Apamea, una ciudad
siria. Se cuenta que tragaba fuego por la boca y lo espulsaba, y hacia esto
durante las batallas para alentar a sus seguidores. También se cuenta que tenía
fama de mago y profeta, y que recibía la visita de la diosa Derceto, una diosa
local suya que en roma se asimiló a Demeter. Al estallar la rebelión en 136
a.c., rápidamente se puso al frente de la misma y se convirtió en su líder,
sobre todo tras decir que la diosa le había dicho que conquistarían la ciudad
de Enna, lo cual lograron.
Euno participó en la captura de Enna, posicionándose a
la cabeza del asedio y expulsando fuego por la boca para alentar a sus
soldados. Tras la captura de Enna, Euno fue coronado como rey de los esclavos,
adoptando el nombre de Antíoco, que era un nombre típico en la dinastía
Seleúcida, gobernante en Siria. A partir de entonces llamaría a sus seguidores,
los sirios. Tras la derrota de los esclavos por un ejército romano liderado por
Perpenna, Euno, y los miembros de su "corte", se refugiaron en una
cueva pero fueron posteriormente capturados.
La mayor parte de lo que se ha escrito sobre Euno y
sobre la Primera Guerra Servil procede de los escritos de Diodoro Sículo, en el
que se basó Posidonio como su fuente principal. El Epítome sobre el tema de
Lucio Anneo Floro contiene extractos de los escritos perdidos de Livio. Tanto
Diodoro como Posidonio, a partir de la derrota de los esclavos, son parciales a
favor de los romanos. Sin embargo Posidonio, como Euno, era un sirio de Apamea,
y por tanto sus escritos sobre el líder de los esclavos pueden ser más
imparciales. Además, el conocimiento de Posidonio sobre las divinidades y la
religión de Siria hacen sus relatos más ricos en detalles.
Una expedición arqueológica encontró una moneda en
Enna con la inscripción "Rey Antíoco". Es bastante probable que dicho
Antíoco sea Euno y no alguno de los integrantes de la familia seléucida.
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